El egoísmo: Una enfermedad moral<br /><br />A veces, cuando medito en este mundo y su oscuridad, me viene a la mente una gran prisión donde los reclusos son enfermos morales, casi incurables; y los barrotes son la carne y sangre de estos nuestros cuerpos en esta nuestra sociedad; y la enfermedad moral es el egoísmo. Una enfermedad compartida por la casi totalidad de los reclusos a excepción de una minoría que ya se dio cuenta de que la única salida del cautiverio está relacionada con la curación de dicha enfermedad, medie o no la muerte en dicho tránsito.<br /><br />Durante esta semana, llamada por muchos cristianos "Semana Santa", me pareció un tiempo muy apropiado para hablar sobre la figura de Jesús el hombre y, más concretamente, para analizar un episodio de su vida que ocurrió al finalizar su ayuno en el desierto, momento que Lucifer aprovecha para tentar a un Jesús en estado de hambruna y debilidad. ¿Por qué elijo ese momento de la vida de Jesús y no otro? Porque durante ese acto de tentación a Jesús por su adversario, durante ese intento de seducción hacia el egoísmo y la ambición, ocurrió que entre ellos mantuvieron unas charlas muy instructivas, unos debates que arrojarían luz sobre ciertos aspectos éticos que podrían llevar a cualquier hombre a una "enfermedad" muy similar a la padecida por el ángel caído Lucifer.<br /><br />Utilizaré unas escenas de la película italiana de 1999: "JESÚS". En dichas escenas, se nos mostrará como este "Adversario" quiere corromper a Jesús el hombre mediante tretas y engaños y también con la clásica seducción que podría tener el ejercicio de un gran poder.<br /><br />En la primera escena se muestra al hombre Jesus aceptando las condiciones de ‘vaciarse del Padre’ para hacer frente a las tentaciones que Lucifer le tiene preparadas en unas circunstancias de fragilidad y vulnerabilidad muy semejantes a las del hombre. Y ¿Qué hace Jesús? Pues acepta. Veamos la escena...<br />